
No sé
si l'autor va llegir "Walden o la vida als boscos" de H.D. Thoreau, però "El
Barón Rampante" D'Italo Calvino (autor italià nascut a la Cuba de
començaments de segle XX) m'ha recordat molt a la vivència i el somni d'autosuficiencia
que Thoreau descriu gràficament al seu llibre autobiogràfic (tot i que la
soledat en que viu el protagonista de Walden res té a veure amb la que
desenvolupa Cosimo).
Si
teniu cap amic ecologista és una gran recomanació, si coneixeu algú a qui va
agradar el conte de Jean Gionno "L'home que plantava arbres" també
gaudirà amb aquesta novel·la. Escrita en un llenguatge ric, amb bones descripcions
tant físiques com psicològiques dels personatges i sense una durada excessiva
és un llibre ideal per descansar de lectures més feixugues sense haver de
renunciar a la literatura. Com a curiositat no em puc estar de dir que el
català és present a la novel·la amb alguna que altra referència.
El
fragment:
[...]Estaba allí, en el prado, más bella que nunca, y la frialdad que endurecía apenas sus rasgos y el altivo porte de su figura habría bastado con muy poco para disolverlos y volverla a tener entre los brazos... Podía decir algo, Cosimo, cualquier cosa para ir hacia ella, podía decirle: "dime lo que quieres que haga, estoy dispuesto...", y habría sido de nuevo la felicidad para él, la felicidad juntos, sin sombras. Pero dijo:
- No puede haber amor si uno no es uno mismo con todas sus fuerzas.
Viola tuvo un gesto de contrariedad que era también un gesto de cansancio. Y sin embargo aún habría podido comprenderlo, como en realidad lo comprendía, más aún, tenia en la punta de la lengua las palabras para decirle: "Tú eres como yo te quiero..." y subir de inmediato con él... Se mordió un labio. Dijo:
- Pues entonces sé tú mismo solo.
"Pero entonces ser yo mismo ya no tiene sentido", eso es lo que quería decir Cosimo. Y en cambio dijo:
- Si prefieres a esos dos gusanos...
- ¡No te permito despreciar a mis amigos! - gritó ella, y no obstante pensaba: " A mí me importas sólo tú, y sólo por ti hago todo lo que hago".
- Sólo yo puedo ser despreciado.
- ¡Tu modo de pensar!
- Soy una sola cosa con él.
- Entonces adiós. Parto esta misma noche. No me volverás a ver. [...]
[…]
"Cosimo se dedicó también a componer ciertos textos, como El canto del Mirlo, El Picamadero que llama, Los Diálogos de los Búhos,
y a distribuirlos públicamente. Más aún, precisamente en este periodo de
demencia aprendió el arte de imprimir y empezó a publicar una especie de
libelos o gacetas (entre ellos La Gaceta
de las Garzas), unificados luego bajo el título El Monitor de los Bípedos. Se había llevado a un nogal un banco de
carpintero, un bastidor, un tórculo, una caja de caracteres, una damajuana de
tinta, y se pasaba los días componiendo sus páginas y sacando copias. A veces
entre el bastidor y el papel caían arañas, mariposas, y su huella quedaba
impresa en la página; a veces un lirón saltaba sobre una hoja fresca de tinta y
lo emborronaba todo con la cola; a veces las ardillas cogían una letra del
alfabeto y se la llevaban a su madriguera creyendo que era comestible, como
ocurrió con la letra Q, que por su forma redonda y pedunculada tomaron por una
fruta, y Cosimo tuvo que empezar ciertos artículos Cuien y Cuiencuiera." [...]
Calvino,
Italo. El barón rampante. Madrid:
Diario El País, 2002. ISBN 84-89669-49-X.